1/27/2007

de luna...

El viaje cada vez era más insoportable.

El tiempo de fiesta había quedado atrás y ahora sólo quería regresar a casa, o mejor, viajar lejos para dejar de pensar en la persona que vio aquella noche; en sus estudios...

Apenas había conversación dentro de aquel coche ya que el cansancio podía más que las palabras y la tapicería parecía hundir cada uno de sus cuerpos haciendo con ellos figuras de plastilina. Sus pupilas debían de estar hechas de ladrillo, aquel ladrillo que le impedía dirigir la mirada hacia otro lado que no fuera su propio interior y que sólo traspasaba el cristal de la ventanilla...Sin embargo, no quería que salieran las primeras luces del amanecer.

- ¿Qué estás mirando?

- No lo sé, intento encontrar el lugar donde desaparecen los rayos de la luna.

1/16/2007

Olvido...

Cuando por fin se sentía solo dentro de aquella habitación llena de recuerdos, su mirada comenzó a desplazarse hacia la foto del estante superior en la que, con una gran simpatía, Mónica mostraba la mejor de sus sonrisas. El retrato desgastado por el tiempo no era capaz de borrar la luz que transmitían sus ojos y la paz que había dejado atrás.
No quería vivir sin ella. Necesitaba el calor de aquella hermana que dio todo por él.


Despacio, recogió su maleta y emprendió el viaje que le llevaría al olvido.

1/05/2007

La noche de mi tierra

Llena de plata y de azabache en sus rincones, se queja de las pocas visitas que recibe cuando todos regresan a la ciudad. Ella es más bella cuando pocas luces la deslumbran.

Su canto puede escucharse en los campos recién labrados y, poco a poco, se va haciendo más fuerte a la vez que el sol desaparece por el llano horizonte y deja un rastro rojo que le sirve de alimento, maquillaje y abrigo si el día siguiente se presenta frío. El sonido llega a los oídos de sus paisanos que son quienes de verdad la conocen y disfrutan del concierto que representa junto con su amigo el viento, el cual, se acerca a tocar los árboles con sus largas manos para conseguir una melodía suave y única.

Sus ocho horas de vida las suele gastar jugando a evitar la luz de las pequeñas farolas de los pueblecitos cercanos y persiguiendo el agua que el pequeño riachuelo de la comarca arrastra en su cauce, sin embargo, también gasta bromas a los niños más pequeños cuando juegan por las calles y a los jóvenes cuando inventan historias de miedo para no poder dormir.

Llena de calma y guardando su apariencia, se peina sus negros cabellos llenos de luces doradas que brillan con todo su esplendor, se coloca prendedores de luna y horquillas de estrellas fugaces, y aleja a las pequeñas nubes de algodón que juegan con su pelo cada vez que se acaba de duchar.

El miedo de la noche es su soledad, teme que algún día pueda convertirse en una mujer invisible y desaparezca debido a los avances técnicos de los seres humanos con sus potentes edificios llenos de luces y con coches que alteran la paz al lado de los caminos y carreteras cercanos a su casa. Además, la pobre noche también llora cuando algún fiel amigo la abandona por culpa del miedo, del sueño o de las prisas.

Su cama es la pradera, la hierba fresca de los campos, y su almohada las montañas en las que pasea buscando búhos y tejones que adoran su compañía mientras todos duermen. Su mirada es intensa y sus ojos son tan oscuros que puedes notar cada uno de sus sentimientos sólo con permanecer en silencio frente a ella.

Esa es la noche de mi tierra...