12/27/2006

...Por culpa de Las Prisas...

Llena de prisas y nerviosa por terminar de hacer los recados que ese día me habían encargado, salí corriendo de casa con la esperanza de acabar pronto el trabajo.

Sin embargo, algo me llamó la atención cuando crucé la calle. Un hombre mayor, abrigado hasta la cabeza, se miraba en el reflejo que, en forma de espejo, mostraba su figura en los ventanales de unas oficinas. Nadie le molestaba, nadie había notado su presencia en aquel lugar.

Una leve sonrisa se dibujaba en su rostro mientras continuaba observando su cuerpo con todo detalle como si nunca hubiese tenido la ocasión y, a la vez, su mirada parecía perdida en el aire . Los segundos pasaban y el tiempo no le importaba demasiado, pero yo vi algo en ese hombre que me fascinó por completo, no sé si fue su actitud o la curiosidad que yo tenía de saber por qué se había detenido allí.

Poco a poco, me fui acercando a él con bastante discreción, aparentando que me estaba colocando la bufanda y me retocaba el pelo, sin embargo, no encontré nada malo en experimentar aquello que estaba haciendo el anciano y empecé a mirarme yo también en aquel espejo.

De pronto, el hombre se giró hacia mí, me pidió un bolígrafo y comenzó a escribir en un papel de periódico. Cuando acabó, me entregó el bolígrafo con la nota y, sonriendo se marchó despacio, ayudado de su bastón.
Rápidamente abrí la nota y comencé a leerla:
"La vida pasa tan deprisa que nadie se detiene a pensar por un momento qué es lo que realmente quiere hacer en ella. Un segundo es suficiente para interrumpir lo cotidiano y mirarse a sí mismo. En cualquier lugar, en cualquier situación. No lo dejes pasar".

A partir del encuentro con aquel hombre, mis piernas comenzaron a caminar más despacio, sabía que iba a llegar, daba igual el tiempo que tardase. Me di cuenta de que cada momento era único y que podía llegar a desperdiciar cualquier oportunidad solamente con el hecho de no haberme fijado en ella.

Y todo por culpa de las prisas.



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12/18/2006

Gran Confidente...

Conoce todo sobre ti.
Cuando llega la noche espera impaciente a que todos tus pensamientos se apoyen sobre su blando cuerpo para poder adivinar el motivo de esa sonrisa antes de dormir o el llanto que hace mojar su ropa. Le gusta ser la única que conoce a la última persona que pasa por tu cabeza cada día, o aquella por la que no puedes dejar de dar vueltas durante toda la noche.

Sabe cuales son tus sueños, tus miedos.

Sí, conoce esos amores, los que duermen a tu lado y cada una de sus intenciones, pero es feliz viendo que la mayoría de las veces existe paz, como en el beso de una madre cuando acuesta a su pequeño, como en las fiestas de aquellas amigas que pasan la noche juntas.
Paz que quiere conservar con los abrazos que recibe cuando hay melancolía y recuerdos; con las historias que imaginas cuando lees un libro a su lado.

Gran confidente, tu almohada piensa. Siente.


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12/08/2006

El trocito de la vergüenza

Hola!! No creo que me conozcas a fondo, ni siquiera sé si sabrás quien soy, pero te lo voy a decir. Soy ese trocito de la vergüenza que nunca se come nadie, ese trocito que siempre está marginado en un plato en las grandes reuniones familiares y que nadie se atreve a tocar, aunque yo estoy seguro de que muchas veces me miran con deseo... pero ¿qué pasa? yo también soy comestible.

Lo peor es que todos me echan a suertes pero al final siempre pasa lo mismo. Si soy una aceituna, nadie me come, bien por respeto, o bien porque soy la única que tiene algún defecto de color más oscuro; si soy un trocito de tortilla, siempre soy el borde que está más duro; si soy un cacahuete, soy el negro de la familia... esto es muy triste...

Mi primo "El Sorbo sin acabar" también está harto de que la gente se tome su refresco y su café y nunca se lo acabe del todo... ¿por qué? no se sabe, parece como si lo que estuviese al final del vaso tuviera veneno o simplemente fuera una actitud social para quedar bien con el resto de comensales, no sé. Eso sí, en los botellones y bares de copas está muy contento porque en ese caso, la gente termina todo hasta de un sorbo si es necesario... en fin ahí queda eso.

Por favor, hagan caso, los trocitos de la vergüenza somos los más ricos.

12/02/2006

Y sonríes...

Y de pronto no sabes qué es lo que haces. Miras hacia los lados y te preguntas por qué. Pero te gusta.
La vida te arrastra poco a poco hacia un mundo que nunca antes habías experimentado, un mundo en el que ya no existen esas figuras encajadas en su lugar, sino que ahora se mueven de un lado a otro, haciendo que tus ideas cambien y se unan a los gritos estremecedores que suenan en el aire, esfumándose si no logras alcanzarlos.
Y te alegras de estar allí, de saber que lo que haces es realmente lo que quieres. Y sonríes. Pero tu cuerpo aún tiene miedo de dar un paso más y convertirse en un muro que impide sacar los sentimientos hacia la expresión.
Sin embargo inspiras para lograr que el oxígeno ponga en marcha todos tus sentidos. Te conviertes en impresionista de sensaciones ajenas y opiniones públicas, pero intentas no caer en la trampa de los chismes.
Eso es para otros.
Te sientes capaz de ayudar a quien grita en silencio, esperas poder viajar algún día hacia aquellos lugares donde la gente no conoce la causa de llevar un micrófono en la mano, donde esas personas son transparentes y transmiten lo que ocurre sin necesidad de pronunciar una palabra.
Y sientes que no tienes nada que decir...
Y sonríes...
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11/24/2006

Recuerdos Que En Palabras Acompañan, Nos Atrapan...

Hoy es un día especial. También lo será mañana.
Lo será el lunes...
Aún recuerdo aquella fiesta del colegio cuando con mi nuevo modelito y junto a todos mis amigos y compañeros de clase, iba tan contenta de camino a la "Gabana". Sin embargo, en ese momento la ilusión de pensar que iba allí teniendo tan sólo catorce años, no era la más importante, de hecho era la última cosa que se me pasaría por la cabeza en ese momento.
Yo había quedado con alguien más en aquella discoteca.
Allí nos vimos formalmente por primera vez, estoy segura de que también iba de estreno por completo.
De ocho a diez de la noche estuvimos hablando, eran frases sueltas, nada importante pero midiéndolo todo. Ni siquiera fuí capaz de bailar una sola canción. No podía, mis pies estaban anclados a su lado.
Cuando cerraron aquel lugar, todos mis amigos y yo fuimos a "las eses de la Marina" porque cada uno tenia que esperar a sus respectivos padres...(eran las diez y media de la noche xD)
Nosotros dos por fín nos decidimos ir a dar una vuelta (literal) alrededor del parque, nos sentamos en uno de los bancos y comenzamos a hablar de nuestras vidas.

No sé si fueron sus ojos o aquel beso en la mejilla lo que me hizo sentir la persona más feliz del mundo (todavía sigo sintiéndome así) y fundidos en un fuerte abrazo nos despedimos hasta la semana siguiente.
Sin embargo, el juego del amor nos tuvo dos años jugando, el tercero nos unió por completo.

Pero la fuerza del destino nos hizo repetir y aunque el invierno venga frío...

Quiero estar junto a tí.

El estar con una persona no se cuenta en años, sino en la cantidad de cariño y alegría que te ha transitido en cada uno de ellos.
tq...

11/11/2006

Los Postes De La Luz Son Unos Cotillas

Allí está. De pié al lado de la carretera.
El postecito ni siquiera puede hacer mover uno de sus cables para saludar a los conductores a su paso, tiene prohibido desviarse de la cadena que forma con todos sus amigos; y lo único que le está permitido hacer, es comunicarse con sus dos compañeros de al lado y charlar con todos los pajarillos que le visitan y se posan en su tronco para contarle historias de lugares lejanos.
Sin embargo, nadie escucha a esos trocitos de madera.
La gente nunca les presta atención si no es para quejarse de que sus tierras no deben ser pisadas por ellos, o para arreglar algún desperfecto en sus cables cuando una de esas conversaciones entre humanos aparece entrecortada por culpa del pobre poste, que ha sido empujado por el viento y ha caído en el suelo sin poder incorporarse.
En cambio, los postes son unos cotillas.
Les encanta escuchar las conversaciones que cada día llegan a sus oídos.
Entre ellos comentan los amores y desamores que suceden a cualquier hora, las broncas, las llamadas de alegría, de tristeza.
Ellos de todo se enteran. Le sencanta conocer la vida de los humanos que tienen cerca; y a la vez tan lejos. A veces, con impotencia, se resignan al escuchar que alguien traza planes negativos para los demás.
Pero a nadie le importa lo que los altos postes piensen, ellos sólo están ahí para ayudarnos a comunicar.
Ahora, cuando salga del autobus, ni siquiera me acordaré de lo que pensé sobre ellos cinco minutos antes, tampoco volveré a fijarme en ningun poste de la luz cuando pase a su lado en la ciudad, sin embargo, ellos se acordarán y conocerán todo sobre mí, cuando mi voz se transmita por alguno de sus hilillos.